Fragmento II a modo de introducción.
Este trabajo intenta reconstruir un proceso que
desde ciertos puntos de vista se muestra en la historia de la República de
Colombia cómo contra - revolucionario, reaccionario y hasta
antipatriótico, que ha creado, desde los
que hacen la historia, un inmenso mar de manifestaciones de repudio, asociadas
a una imagen desdeñosa y estigmatizaste que se fue consolidado como dice Jairo
Gutiérrez, en un solapado desprecio “Nacional”[1],
expresado a través de chistes y burlas que ponen en duda la inteligencia de los
habitantes de Pasto y resaltan en cambio su ingenuidad y rudeza[2],
un estigma histórico que vive en la memoria de sus habitantes actuales.
La
historiografía tradicional ha mostrado a la provincia de los Pastos como un
pueblo a todas luces atrasado, manipulable y obcecado en una idea completamente
equivocada: la del fidelismo, “Al muy amado y deseado Fernando VII”. Un pueblo
salvaje, primitivo, que motivado por el poder local y desde los púlpitos de las
iglesias fue llevado casi a su
destrucción total. En suma una estirpe
que vivió a un ritmo diferente y en
contravía[3]
de un contexto histórico que no entendió, en el que la dinámica de la historia
puso como un estadio fundamental del desarrollo de los pueblos la revolución o
más bien el rompimiento de los lasos coloniales y la rebelión contra los
poderes imperiales, que primaron frente a los intereses locales y en
sobremanera a los intereses de los pastusos que no entendían y no aceptaban el
cambio.
La percepción que se ha tenido de la actitud
pastusa, (de ahí puede ser en gran medida la visión de Pasto como una región
ignora, atrasada o bruta) frente al fenómeno independentista es de un país a
contracorriente de la dinámica ineludible de la historia. Es la de un pueblo
que no supo interpretar el cambio que tanto en Europa como en América se estaba
gestando, es la de unos hombres “bárbaros” que no quisieron asumir su
compromiso histórico. Esta es, a grandes
rasgos, la visión simplista y oficial que se tiene de tal momento de nuestra
historia y en particular del realismo “fatídico” del que se acusa a los
pastusos.
Pero cuando el investigador de la historia, hace
un acercamiento a las fuentes históricas, las cosas toman un cariz diferente.
Hay que entender, que incluso hasta hoy, el discurso histórico de nuestra
Colombia ha sido estudiado, analizado y escrito por intelectuales que han sido
parte esencial del establecimiento. Investigadores que se han interesado
fundamentalmente por refrendar el discurso hegemónico de la independencia.
Discurso hegemónico que lamentablemente aun pervive.
La razón para aquella visión voluntariamente
deformada de la historia la podemos encontrar "quizá” en el exacerbado
eurocentrismo que ha permeado a dichos hombres incluso 200 años después del
hecho.
Es pasmoso que entrando el siglo XXI, cuando la
historia como ciencia ha avanzado hacia el estudio de las mentalidades, hacia
la visión del otro o de la otredad, donde el discurso de la subalternidad ha
tomado tanta fuerza, algo tan esencial para entender el fundamento de las
campañas del sur, como la historia de Pasto en las guerras de independencia no haya
sufrido cambios en su interpretación.
La arrogancia y prepotencia del discurso
occidentalista, liberal e ilustrado, que desde Europa emanaba chocaba frontal mente con la actitud pro realista y de defensa de la monarquía que la
región de Pasto decidió tomar.
Hay que buscar un acercamiento a una nueva
mirada, de hilar delgado en lo que ocurrió en La Ilustre Ciudad, Justicia y
Regimiento de San Juan de Pasto, de argumentar para entender por qué jugo el
papel antagónico en las guerras de independencia, porqué se comporto como se
comportó: eso es lo que intentaremos encontrar.
Hay sobre todo desde la historiografía regional
de Nariño, una apología a su posición,
claro está con algunas excepciones, su papel en la historia de las gestas
libertadoras se ha transmitido a través de la oralidad sobre todo cuando
hablamos de la heroica obstinación con que mantuvo su fidelidad a una causa
perdida y a un rey lejano y desconocido; las circunstancias con que mantuvo en
su territorio 15 años en jaque a las fuerzas republicanas, derrotando
reiteradamente a ejércitos que muchas veces le superaban en número y que no
ahorraron recursos y esfuerzos para doblegarlo y someterlo hasta casi la
aniquilación total.
La fuerza de la resistencia Pastusa recae
fundamentalmente en sus oponentes, en este
primer estadio revolucionario que es principalmente civil, el conflicto
se basa principalmente en intereses económicos, políticos y el más importante a
mi parecer, territorial. La violación de la soberanía municipal y
jurisdiccional que inició con la junta Suprema de Quito, marcó precedentes en
la política del Cabildo de Pasto a futuro, determinado su actuar, llevándolo en una sola voz junto
con el pueblo llano, a protestar contra lo que consideraban una traición a la
corona y a los leales vasallos de España, un delito de “lesa majestad”; al
mismo tiempo resistiendo a la idea de ser dominados, y a la sujeción política,
administrativa o económica[4],
por los que ellos consideraban iguales y solo querían usurpar el poder de las
instituciones monárquicas.
La idea de indagar en el realismo pastuso nace
principalmente de la cantidad de debates que existen al respecto, pero que
lastimosamente se quedan en las academias regionales de Historia, principalmente
en el suroccidente Colombiano, además, el menosprecio de algunos autores por
los documentos primarios hace que las versiones sobre Pasto y la independencia,
queden a medias.
En el primer centenario de la Batalla de Bomboná
en 1922, un joven estudiante pastuso llamado Jesús Absalón Martínez, refleja
fielmente la mentalidad de los pastusos frente a la visión deformada que tiene
el país sobre su actitud frente a las guerras de independencia.
“Viéndose olvidada de todos, menos
del odio, se propuso levantarse por sus propias fuerzas y altiva fijó la mirada
hacia arriba y siguió su senda, sin preocuparse de que en el Norte torcían su
historia y no pudo gritarles ¡alto!, no es así; porque entonces para nada
contaban con ella. (...) Y sus hijos escolares, para aprender a escribir,
tenían que hacerlo en pencas de cabuyo y en arena. Guardaba silencio Pasto y
por consiguiente los historiadores afirmaban que sus narraciones eran
verdaderas, porque con el silencio les aprobaba. Y estos pobres hijos
expósitos, en el año 1831, comenzaban a construir una imprenta de madera, mas,
no para defenderse, ni comunicarse con el resto de la república, pues estaban
abandonados y tampoco sus hermanos no querían saber nada. No ¡Me equivoco! Sí,
si querían saber sus defectos, pero no para corregirles, sino para exhibirlos
como un pueblo miserable y hacerlo odiar, aun más, de lo que ya lo odiaban. Así
lo hizo el Señor José María Cordobés, y como él muchísimos otros a quienes se
los ha obsequiado la hospitalidad; y ellos como Judas besaron a nuestra ciudad
y con sus escritos la vendieron al populacho”[5].
Aun en la cultura popular en la ciudad de Pasto
se refleja con desdeño y sinsabor el imaginario nacional sobre ellos. Inclusive
en representaciones artísticas, como el teatro, la danza, la música,
en las festividades y el magno Carnaval de Blancos y Negros; canciones como con
la que empezamos este trabajo, “y soy Pastuso y que” y otras.
La revolución de independencia triunfo en gran
medida por el colapso militar y político de España, más que por el merito de
los revolucionarios criollos, es
imposible y obvio que se hubiera desarrollado una conciencia nacional en tan poco tiempo,
conciencia que muchos de los autores reclaman a los pastusos sobre todo al
criticar las decisiones tomadas por el Cabildo en la primera etapa de la gesta
revolucionaria, los errores cometidos fueron para el momento un llamamiento a
no doblegarse. El poder cultural y de las tradiciones regionales primaron
frente a la imagen de nación que se quería consolidar, en el caso de Pasto por
la fuerza de las armas; la patria boba es la muestra insignia de esta
manifestación en la cual casi todas las regiones y ciudades neogranadinas se
declararon repúblicas independientes y, en algunos casos, les declararon la
guerra a sus vecinos[6].
Antes de ser Granadinos o Colombianos, las gentes fueron Pastusos,
Cartageneros, Payaneses, Quiteños, etc.…
El alma de este trabajo es un acercamiento en el
marco del Bicentenario, a la Historia de San Juan de Pasto, a su Fortuna e
infortunios en el proceso de las gestas emancipadoras Latinoamericanas, las
consecuencias de su posición desde la génesis de su resistencia a los
movimientos Autonomistas.
[1] PIÑON, José Francisco, La independencia de los países Andinos, Nuevas
perspectivas. USB. Quito. 2003. Pag. 135.
[2]
MONTENEGRO, Armando. Una historia en Contravía, El mal pensante, Bogotá.
2002.
[4] GUERRERO S. Gustavo, Documentos para la independencia de los hechos ocurridos
en Pasto. Imprenta del Departamento. Pasto. 1912.
[5] MARTINEZ, Jesús Absalón. “Bomboná ante la Historia, Recuerdo del
primer centenario – 1822 á 1922”, Pasto 1 de abril de 1922. Inédito.
[6] Es el caso de Quito, posteriormente Popayán y finalmente en esta
primera etapa, Santa Fe de Bogotá.
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